En 1990 la Red de Educación Popular entre Mujeres -REPEM- declara el 21 de junio como el Día Internacional por la Educación No Sexista, como “una acción afirmativa en los esfuerzos para garantizar el derecho de las mujeres, niñas, adolescentes y jóvenes a acceder a una educación democrática, respetuosa de la diversidad social, cultural, sexual, etaria y de condición física que erradique los estereotipos y las prácticas discriminatorias clasistas y sexistas”.
Por Emma López
Que exista un día específico para reafirmar el esfuerzo por una educación no sexista implica por tanto que la educación naturalizado, reproducido y perpetuado el sexismo, la violencia y estereotipos y roles de género, aunque muchos y muchas aún lo nieguen.
Pero no hace falta más que poner atención y regalarnos la pregunta cómo detonadora para “desnaturalizar”, para darnos cuenta que esto sigue siendo necesario.
El otro día escuché cuando dos jóvenas de 17 o 18 años platicaban en los pasillos de la universidad. Una le dijo a la otra: yo digo que mejor voy a escoger el profesorado de lengua y literatura… me gusta el de física-matemática, pero “no soy tan inteligente”.
¿Qué hace que una niña, adolescente o jovena considere que no es “tan inteligente” para algunas áreas de aprendizaje? ¿Qué hace que la matrícula universitaria refleje que no es la única, que en realidad es una tendencia? ¿Por qué seguimos hablando de padres de la ciencia? ¿Qué mujeres leemos cuando estamos en la escuela? ¿Quiénes son nuestras referentes?
Esas y otras preguntas surgen de esa posibilidad de imaginar otra educación, desde propuestas curriculares hasta la transformación del currículum oculto desde el cual se multiplican las creencias, normas y costumbres aprendidas por la o el profesor.
Para avanzar en esa posibilidad, la educación no sexista nos propone:
Eliminar las expectativas diferenciadas por razones de género persistentes.
Incorporar de manera consciente referencias y producción de conocimiento de las mujeres en los contenidos.
Impulsar que las niñas participen en clase y no dejar que los niños opinen por ellas.
Asegurar que los libros de texto y otro material que utilice no reproduzcan estereotipos.
Estimular el deporte, el trabajo en equipo y la colaboración
Es la práctica cotidiana consciente de la importancia del rol de la educación y el propósito de esta la que se convierte en una brújula a seguir. La educación no es neutral y no es ajena al sistema, es una herramienta poderosísima para la transformación y cuánta falta hace para que las niñas, adolescentes y jóvenas sueñen, decidan, tengan condiciones dignas y materialicen.
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